Trekking Kalaw - Inle
22 de noviembre. Llego a Kalaw a las 4:00 Am después de un viaje de 10 horas en bus. He tenido suerte porque no tenia compañero de asiento y me he podido tumbar aunque he dormido fatal porque llevo una semana con un dolor en una costilla provocado por un golpe haciendo surf. Creo que tengo una fisura.
Hace frío, saco mi ropa de abrigo de las profundidades de mi mochila y busco un lugar para tomar algo caliente.
Con un café caliente y el cuerpo templado comienzo a planificar mis próximos días esperando a que se haga de día. Me han hablado de un trekking de tres días desde Kalaw, donde me encuentro ahora mismo, hasta el lago Inlé. Todo el mundo me ha dicho que lo han hecho con guía, que hay muchos caminos y es muy fácil perderte. Que no está permitido ir sin guía por la zona ( decisión del gobierno) , que.... que..... que....
Una hora después ya tengo algo parecido a un mapa, el estomago lleno y me encuentro saliendo del pueblo dispuesto a hacer el trekking por mi cuenta.
Pregunto a los locales la dirección de la siguiente aldea a la que me dirijo. No me entienden la mayoría, cada uno me dice una dirección. Como no me entienden simplemente señalan una dirección.
He encontrado una solución. Pregunto unas 5 veces y la dirección que más coincida es la que tomo y por el momento va funcionando.
Me encanta ver todos los niños y señoras con la cara pintada con tanaka a modo decorativo y como filtro para el sol.
El paisaje es bonito y muy entretenido ya que voy pasando por aldeas donde me encuentro a campesinos trabajando, niños budistas por todos lados, búfalos, campos de arroz. Todo el mundo sonríe cuando les digo "mingalaba!! " que significa hola y alguna frase más que ya he aprendido.
La gente en estos países agradecen muchísimo y se parten de risa cuando les dices cuatro cosas en su lengua. Además cambia por completo la forma de interactuar con ellos.
La primera noche duermo en una aldea que se llama La Mine. Cuando llego me dice uno que no puedo dormir en la ladea si no voy con guía, que el gobierno no lo permite. Me dice que tengo que seguir caminando hora y media hasta la siguiente aldea. Por supuesto no tengo ninguna intención de dar ni un paso más y tengo claro que encontraré algo.
Resultado: dormir en una casa de bambú de una familia local. Una vez más, al final todo fluye....
El segundo día del trekking lo paso entre aldeas y campos de arroz y guindillas. La mayoría trabajando la tierra son mujeres, como en muchos otros países que he viajado son ellas las que se encargan de los hijos, del hogar y del campo...
Las aldeas son todas muy básicas, perece que retrocedes en el tiempo cientos de años. Las casas son todas de bambú. Se puede decir que viven con lo mínimo, pero da la sensación que no necesitan más. Todo el mundo saluda, sonríe e intenta comunicarse conmigo.
Para asegurarme de que no me pierdo voy preguntando a cada persona que me encuentro y así voy avanzando hasta llegar a Chitein.
Pregunto en un monasterio si me dejan dormir y me aceptan aunque me dicen que como ellos no cenan no me podrán proporcionar la cena. Les digo que no hay problema.
A los cinco minutos me tienen colocado un colchón en medio del templo, delante de buddha. Sin duda, esta noche estaré bien protegido.
Se sorprenden al igual que todo el mundo que halla llegado hasta allí sólo. Siempre me hacen un gesto con un dedo hacia arriba y buscando al rededor. Al principio no entendía el significado pero luego entendí que me preguntaban si venia sólo mientras buscaban al supuesto guía y demás turistas.
Por la mañana me tienen preparado un muy buen desayuno que acepto gustosamente. Les doy las gracias por darme una cama, un techo y la oportunidad de vivir esta gran experiencia. Comienzo mi última jornada de trekking por estas tierras.
Hoy no es una larga caminata y a diferencia de otros días, hoy si que veo bastantes grupos de gente haciendo el trekking con guías así que sólo tengo que seguirlos cuando tengo dudas de la ruta.
Llego a Intein, lugar desde donde salen las lanchas hacia Inle, y una pareja de alemanes que he conocido me dicen que puedo ir con ellos en el barco. No puedo rechazar semejante oferta y en hora y media nos plantamos en el lago Inle.
Inle, una vida sobre un lago.
Inle es uno de los platos fuertes de Myanmar. Un gran lago donde la gente hace su vida en él. Pescan, se lavan, tienen huertas flotantes y hasta sus casas están sobre el lago.
El pueblo, que digamos está en tierra firme, se llama Nyaung Shwe. Aquí es donde también viven muchos locales, hay restaurantes locales y para turistas etc.
El primer día lo paso conociendo el pueblo, el segundo alquilo una bici y me voy con Alex, un ingles que he conocido mientras desayunaba, a dar una vuelta rodeando parte del lago.
Visitamos una bodega, catámos unos vinos, que por supuesto no se acercan a nuestros Riojas, pero nos dan un puntito para afrontar el día con más alegría.
Pasamos por aldeas, visitamos pagodas y cruzamos a la otra orilla del lago en una barquita.
Durante el día hemos ido conociendo gente y por la noche ya estamos cenando una pareja de franceses, un Belga, un ingles, un Holandés y yo.
Después de unas cervezas, nos venimos arriba y pretendemos ir en taxi a un pueblo a hora y media de distancia a ver una supuesta fiesta de globos aerostáticos donde están celebrando algo así como un fin de año.
Tras varios intentos de búsqueda de taxi a esas horas, nos tendremos que conformar con beber otra cerveza en la orilla del lago. Hablamos, filosofamos y compartimos un agradable momento contando miles de aventuras y proyectos.
Al día siguiente los 6 alquilamos una barquita con capitán incluido y pasamos el día en el lago entre casas flotantes, mercados flotantes, jardines flotantes.... aquí parece que todo es flotante!!
Me despido de Inle con una agradable sensación y me dirijo a Bagan. Uno de los lugares más impresionantes de todo Asia.
Bagan.
Son las 4 de la mañana, estoy completamente dormido en la parte de atrás de un autobús. Un hombre me dice: Bagan!!! Bagan!!!
Me reincorporo y no queda nadie en el bus, salgo y me encuentro a varios taxistas peleándose para que me monte en el suyo. Me dicen que el centro esta lejos, estoy desorientado y no tengo ni ida dónde está el centro. Ni siquiera dónde estoy yo. En uno de los taxis hay un guiri con cara de dormido. Pregunto el precio ( belaule?? ) me dicen 5000, les digo a ver si están de broma, insisten, insisto... ok, podéis iros sin mi, ya me buscaré la vida.
Me voy a una especie de cafetería muy local. Mientras me tomo el café tranquilamente, me van ofreciendo taxis. El precio va bajando, al final me voy por 1000 en una moto pero con la condición de que me lleve a buscar alojamiento.
Primer intento alojamiento ocupado, segundo bingo!!! Pero tengo que esperar hasta las 9 a que me den una habitación. Les digo si puedo dormir mientras en el suelo y me dicen que no hay problema.
A los 10 minutos aparece una chica preguntando por alojamiento. Me levanto como un rayo y le pregunto que si quiere compartir conmigo la habitación para que nos salga más barata. Me dice que si y que ella se va ahora mismo a ver el amanecer.
Amanecer???? En Bagan??? Ahora??? Dame 5 minutos....
A los 10 minutos estamos Eva( la inglesa), Clément( un francés) y yo pedaleando en la noche en busca de un templo para ver el amanecer.
Tras una parada para tomar un té, volvemos a la oscuridad de la noche en busca del día.
Llegamos a la pagoda Shwe-san-daw paya. Una de las más concurridas para ver como el sol va dando vida a Bagan.
No tengo palabras para explicar este momento. Para mi los amaneceres, atardeceres, estrellas, luna, etc, son momentos de energía especial.
He imaginado tantas veces este momento que me resulta extraño estar aquí viviéndolo. Cientos de pagodas delante de mis ojos. Imagen para recordar el resto de mi vida.
Pasamos el día pedaleando entre pagodas. Son tantas que es imposible verlas todas.
Paramos y descansamos a la sombra de alguna de ellas, conversamos y disfrutamos del momento. Eva lleva unos meses viajando por Asia y estará una buena temporada viajando, Clément lo mismo, el también dando la vuelta al mundo con 25 años.
Llega el momento de buscar un lugar estratégico para la puesta de sol. Elegimos Pya-tha-da pagoda.
Otro gran momento. El sol se despide hasta mañana dejando una imagen imborrable, la gente recoge sus cámaras, trípodes y desfilan por donde han venido. Nosotros permanecemos inmóviles viendo como la estrellas empiezan a brotar.
Clément es un gran apasionado de la astrología y nos va explicando cada una de ellas.
Comentamos que sería una gozada poder dormir en este lugar pero aparece un guarda y nos dice que tenemos que abandonar el templo que cierran.
De vuelta en Nyaung-u vamos a cenar y brindar por este gran día con unas cuantas cervezas.
Al día siguiente repetimos la rutina. Esta vez elegimos el Pya-tha-da para ver el amanecer.
Pasamos el día mucho más pausado que el anterior, encontramos una pequeña pagoda y hacemos un rato de yoga. Luego subimos a la parte exterior de ella, nos sentamos y pasamos un par de horas hablando y observando el infinito de Bagan.
Les comento que yo la siguiente noche voy a dormir en esa pagoda bajo las estrella y que si quieren unirse son más que bienvenidos.
Clément prosigue su viaje, Eva y yo pasamos otro día entre pagodas y cuando va cayendo el día montamos nuestro campamento en lo alto de nuestra pagoda. Hacemos yoga mientras el sol se esconde y nos quedamos observando otra vez cómo el cielo va cambiando de color hasta llegar a la completa oscuridad.
Dormir en Bagan bajo las estrellas en una noche perfecta es algo para recordar mucho tiempo.
13 pm, cojo un bus buscando mi siguiente destino, Mandalay.
Paso dos días disfrutando de mercados, pagodas etc. Alquilo una moto y visito algunos pueblos de los alrededores. Realmente Mandalay no es el mejor sitio de Myanmar pero pasar el día en moto terminando el día en el puente de madera de teka más largo de Asia es sin duda una buena opción.
Disfruto del atardecer en el puente, y llegada la noche decido que ya es hora de volver a casa. Arranco la moto y recuerdo que por la noche veo memos que un gato de escayola.
Me manejo como puedo entre el trafico loco. Ya entrando en el centro de Mandalay veo un restaurante local muy concurrido, así que decido darme un respiro y parar a cenar algo. Por 1€ me pongo hasta las orejas y les tengo que decir que por favor dejen de llenarme más el plato. Todo el mundo esta bebiendo myanmar, la cerveza local, me planteo seriamente darme un homenaje y tomarme una buena cerveza pero tengo un momento de lucidez y me acuerdo de la moto y la jungla que me está esperando, así que decido posponer la cerveza para otra ocasión.
Días de meditación entre monjes.
3 de diciembre.
Son las 19:00 ya ha oscurecido y hace frío. Me encuentro cerca de Pyin oo-Lwin en las montañas, en un centro de meditación que los monjes tienen para hacer retiros.
Reparten unas mantas y nos dicen que podemos dormir en la moqueta. En la sala, donde hay una estatua de Buddha, hace tanto frío o más que en la calle.
Cuatro extranjeros, compartiremos 5 días de nuestra vida meditando con un montón de monjes, monjas y laicos budistas.
El horario esta claro. A las 4 de la mañana suena el gong y a las 4:30 empieza la primera meditación.
Pasamos los días practicando meditación vipassana y conviviendo con esta gente que durante 5 días se comportan cómo nuestra familia. Se preocupan en cada momento por nosotros, nos tienen en palmitas.
Un monje dirige cada meditación en lengua Birmana y de vez en cuando traduce en ingles.
Están muy contentos por nuestra presencia e interés por conocer su método de meditación, el que Buddha descubrió y difundió hace 2500 años y ellos han difundido de monje a monje desde entonces. Nos dan clases teóricas todos los días sobre Budismo y meditación.
Meditámos sentados, andando, de pié y tumbados. Aprendemos sobre su técnica y sobre su vida. Comparten con nosotros su conocimiento.
Al final de los 5 días, después del esfuerzo de tantas horas sentado me siento contento por lo que he aprendido y por dar otro paso en este largo camino.
Vuelvo a Yangón, al centro de meditación donde pasé los primeros tres días y que les prometí que volvería.
Me paso mis últimos tres días de Myanmar donde comencé, con la gente que me recibió y me demostró que sería un gran país.
Tha tha Myanmar!! Good bye Myanmar!!
25 días en Myanmar. Doce entre monjes, trece recorriendo el país, descubriendo lugares mágicos como Bagan, lago Inle, etc. Pasando por aldeas donde parece que el tiempo se detuvo hace cientos de años, donde siguen viviendo en casas de bambú. Desplazándose en carretas tiradas por vacas y trabajando la tierra prácticamente como lo hacían en la edad media.
Un país que pese a vivir bajo una dictadura disfrazada de democracia, no deja de sonreír.
Que tal Joseba, te sigo y leo de vez en cuando, me das cierta envidia, a pesar de que no me atrae viajar, si me atrae la experiencia. un abrazo fuerte, y gracias por los comentarios, y las fotos
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