RISHIKECH, Ganges, yoga y meditación.
Sigo en el Ganges, el río más sagrado del mundo, pero esta vez cientos de kilómetros más arriba, donde las aguas tienen la fuerza de un torbellino.
El mito dice que el Dios Rama hizo penitencia en esta región por haber matado a Ravana, el rey demonio de Lanka, y Lakshmana, su joven hermano, cruzó el río Ganges en el lugar donde hoy se halla el Lakshman Jhula, puente de hierro situado en Rishikesh.
El río Ganges fluye a través de Rishikesh. Es aquí donde abandona las montañas Siwalik, una cordillera paralela al Himalaya a lo largo de 1.600 km, y entra en las llanuras del norte de la India. Por ese honor, han sido construidos diversos templos a orillas del río.
Rishikesh es conocida en ocasiones como la capital mundial del yoga, pues hay en ella numerosos centros que atraen a los turistas. Se dice que la meditación realizada en este lugar acerca con más facilidad a la liberación espiritual o moksha si se realiza un baño en el río sagrado.
Mi "hostal" durante 20 días será un ashram, en el hinduismo, es un lugar de meditación y enseñanza hinduista, tanto religiosa como cultural, en el que los alumnos conviven bajo el mismo techo que sus maestros.
En los ashram se suelen impartir clases de meditación y pueden realizarse también talleres y cursos de terapias orientales. Además son el lugar donde deben vivir los sannyasis, hinduistas que han decidido retirarse de la vida mundana y que no viven en un punto fijo, sino que van de áshram en áshram. Su funcionamiento es parecido al de los monasterios en la Edad Media, ya que funcionan a la vez como lugar de retiro, hospedería, comunidad, escuela y dispensario público.
Esta es la teoría y en muchos casos la práctica, pero en otras ocasiones son más un hostal que otra cosa.
Yo me quedaré en el Ved Niketan, uno de los tradicionales y más tranquilos, donde por 150 rupias(2€) duermo y tengo clases de meditación y yoga, todo un chollo...
En Rishikech se juntan turistas, hindúes, extranjeros y shadus. Cada uno a un nivel de espiritualidad, todos convivimos en armonía, y los días aquí se hacen muy agradables.
Me despierto a las 5, me refresco en el Ganges, voy a meditación de 6 a 8, luego nos vamos a desayunar a un puesto callejero. Un té con galletas compartidas con los locales y otros viajeros a esas horas es un placer. Después una clase de yoga y vuelta al Ganges, charla con un Shadu, paseito por la calle principal, y así van pasando las horas y los días.
Nos hemos juntado un grupete curioso, un Israelí, un hindú, una italiana, uno de zimbawe y yo( y no es un chiste...) cada uno haciendo su viaje y todos por unas semanas compartiendo una parte de este.
Y a estas alturas de mi viaje se junta Maider, una amiga de Vitoria. Viajaremos juntos dos meses por el norte de la India escapando del calor y el monzón que nos viene pisando los talones.
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